Hoy 28 de junio conmemoramos el Día del Orgullo
LGTBI, un día de alegría, rabia y memoria. Alegría para celebrar las importantes
conquistas que el movimiento LGTBI ha alcanzado en los últimos años, avanzando
sin rendirse en su firme lucha por la igualdad y la diversidad. Rabia para
indignarnos y rebelarnos ante una realidad que nos sigue invisibilizando,
discriminando y oprimiendo, pero también para defender con uñas y dientes los
derechos que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir y que hoy corren serio
peligro. Por último, memoria para no olvidar nuestro pasado, para recordar el
compromiso militante de varias generaciones de activistas arriesgaron sus vidas
por conquistar más igualdad y más libertad en tiempos no tan lejanos.
43 años después de los disturbios de Stonwall, seguimos
luchando y protestando. Seguimos tomando calles y plazas contra una crisis global del capitalismo
que aplasta nuestras vidas. Seguimos luchando contra la violencia que nos
despoja de nuestros empleos, de nuestras casas, de nuestra salud, de nuestro
futuro. Seguimos en pie de guerra contra la brutalidad policial. Esta gran
estafa, mal llamada “crisis”, promete acabar con todo, con la democracia y con
los derechos sociales, con los cimientos de un Estado del bienestar construido
gracias a la fuerza de muchas luchas sociales. Ante esta amenaza para los
pueblos no puede caber la resignación ni el conformismo. Hay que gritar basta.
Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e
intersexuales sufrimos en nuestras propias carnes los efectos de los planes de
ajuste y de las políticas de “austeridad”, pero para nosotras y nosotros los
recortes empezaron antes de esta “crisis” económica. Comenzaron cuando el PP
recurrió nuestros derechos, y los de nuestras familias, ante el Tribunal
Constitucional, pretendiendo así frenar conquistas que el movimiento LGTBI ha
ganado en las calles y en las instituciones junto a las fuerzas políticas de
izquierda. Más tarde, los recortes a la igualdad continuaron con una reforma
laboral injusta, aprobada por el gobierno del PSOE, que ha condenado al
colectivo LGTBI, especialmente vulnerable en el ámbito laboral, a más paro y más
precariedad.
Con el gobierno del PP y la troika las tijeras del
capital siguen hoy amenazando los derechos y la dignidad de lesbianas, gays,
transexuales, bisexuales e intersexuales. Esas tijeras recortan impunemente los
contenidos sobre diversidad afectivo-sexual y LGTBIfobia de la asignatura
Educación para la Ciudadanía, recortan nuestros derechos laborales con una
nueva reforma laboral exigida por los insaciables mercados, se manchan de
sangre recortando irresponsablemente las ayudas públicas a la lucha contra el
VIH/SIDA y atacan los derechos humanos de las y los migrantes y las personas
transexuales recortando su acceso a la sanidad pública.
En las escuelas, en las consultas médicas, en los
centros de trabajo... la discriminación persiste y los brutales recortes que
sufrimos actualmente la refuerzan especialmente. La LGTBIfobia muestra en este
contexto de crisis su cara más cruda y amarga. La derecha, la iglesia y la
patronal hacen gala sin tapujos de su tradicional discriminación y señalan
claramente quiénes son las y los condenados a pagar los efectos de la crisis.
La igualdad nunca les ha gustado y ahora está en el punto de mira de sus
recortes. Su objetivo final es claro, hacer pagar la crisis a las grandes
mayorías sociales, y no a sus verdaderos culpables. Con total impunidad
rescatan bancos, pero jamás trabajadoras ni trabajadores.
Sobran motivos para indignarse, para protestar,
para ocupar las calles, no podemos rendirnos ahora. Sólo así conseguiremos
impulsar una respuesta clara y contundente frente al capitalismo
heteropatriarcal. Este sistema nos invisibiliza, nos discrimina, nos
recorta..., pero nosotras y nosotros responderemos. No más estafas, no más
chantajes, no más recortes. No pagaremos su deuda. La crisis no es excusa, la
igualdad no se recorta.
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