Esta nueva sección de “Páginas de Información Ambiental” quiere animaros a recorrer algunos de los espacios naturales y los pueblos más emblemáticos de la geografía riojana. Para ello os propondremos en cada número dos rutas sobre una misma zona: un sencillo paseo pensado para disfrutar en familia, asequible para los más pequeños de la casa y también para gente de avanzada edad, y otra ruta ya más larga y de dificultad media, ideal para los afi cionados al senderismo pero al alcance de la mayoría de los caminantes.
Las escapadas que os sugerimos en esta primera entrega tienen como nexo de unión la bella localidad serrana de Soto en Cameros, de donde parten ambas rutas. La arquitectura de sus calles y casas, al igual que la de los pueblos y aldeas de los alrededores, combina madera, piedra, ladrillo antiguo, tejar y barro, materiales que convierten estos núcleos urbanos en un ejemplo de buen gusto y respeto por la tradición.
Ubicado en la Reserva de la Biosfera de los Valles del Leza, Jubera, Cidacos y Alhama, Soto se encuentra junto a uno de los rincones más bellos y espectaculares de la geografía riojana, el cañón del Leza, un espacio de importantes valores naturales perteneciente a la Red Natura 2000.
Admirar el profundo desfi ladero que el río en su discurrir ha excavado en las calizas de la zona, recorrer algunas de sus paredes que alternan la vegetación y la piedra desnuda, deleitarse con el vuelo de las muchas rapaces que pueblan estos roquedos, o rememorar los tiempos del Jurásico ante las huellas de dinosaurio son algunas de las alternativas que nos ofrece este inolvidable rincón del Camero Viejo.
Tan sólo dos kilómetros separan el municipio de Soto en Cameros del Mirador del Torrejón, un impresionante balcón natural desde el que podemos asomarnos a las mayores caídas del Cañón del Leza, que en esta zona superan los 200 metros. Ambos puntos están unidos por un sencillo y cómodo sendero peatonal que nos lleva por el tramo superior del desfi ladero.
Partimos de Soto en dirección a Logroño. Nada más salir del pueblo encontramos un panel con información del recorrido, que sigue el trazado de la antigua carretera hasta adentrarse en el cañón. La senda, de unos dos metros de anchura, va a media ladera por la margen izquierda del Leza.
Partimos de Soto en dirección a Logroño. Nada más salir del pueblo encontramos un panel con información del recorrido, que sigue el trazado de la antigua carretera hasta adentrarse en el cañón. La senda, de unos dos metros de anchura, va a media ladera por la margen izquierda del Leza.
A medida que avanzamos vamos siguiendo el sinuoso curso del río que discurre en todo momento a nuestros pies, cada vez más encajonado entre las paredes del desfi ladero.
El paseo no entraña ninguna difi cultad e invita a detenerse para contemplar las fabulosas vistas. En la ladera de enfrente, los restos de antiguos bancales van dando paso a las agrestes paredes del cañón, salpicadas por las notas de color de la vegetación que en ellas se asienta: roble quejigo y arce de montepelier, en las zonas más umbrías, carrascas y pinos en las más escarpadas, y abundantes orlas de matorral con el boj como especie dominante.
El último tramo del recorrido, de unos 800 metros de longitud, ha sido recientemente condicionado por la administración ambiental riojana y está protegido con una valla de madera que llega hasta el propio Torrejón. Los más pequeños, y los no tan pequeños, disfrutarán siguiendo los vuelos de las muchas rapaces que cruzarán por encima de nuestras cabezas, algunas tan cerca de nosotros que podemos incluso apreciar el colorido de su plumaje y los detalles de su majestuosa silueta. Y es que en los roquedos del cañón encuentran el refugio perfecto para sus nidos numerosas especies de aves rupícolas como el alimoche, el halcón, el cernícalo, el roquero rojo, el águila real, y cómo no, el más numeroso por estos parajes, el buitre leonado, que tiene aquí una colonia de más de 50 parejas.
Ya en el Mirador del Torrejón, unos paneles nos darán las claves para interpretar el fabuloso paisaje que nos rodea. Allí, podemos sentarnos unos minutos y dejarnos seducir por este fenómeno de la naturaleza y, si hemos tenido la precaución de llevar unos prismáticos, incluso atrevernos a buscar los polluelos en sus nidos en la época de cría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario