Un estudio de la Fundación "la Caixa" concluye que la tasa de personas mayores de 69 años en los municipios menores de 10.000 habitantes de La Rioja es del 17,5%. En España, el porcentaje de envejecimiento es del 16,4%.
La tasa de permanencia de las generaciones jóvenes e intermedias en los municipios rurales españoles baja cada vez más, y destaca la gran emigración femenina. La encuesta realizada registra que solo el 38% de las personas de entre 30 y 49 años viven en el mismo municipio en el que nacieron.
El informe destaca la creciente masculinización de las zonas rurales españolas. La proporción de sexos en los pueblos rurales riojanos es de 77 mujeres por cada 100 hombres, mientras que la media española es del 87'6%.
El sobreenvejecimiento rural genera elevadas tasas de discapacidad. Alrededor de 750.000 habitantes rurales pueden considerarse personas con grandes dependencias, incapaces de valerse por sí mismas o de desplazarse de forma autónoma fuera del domicilio.
A esta situación, que se produce también en el ámbito urbano pero con menor intensidad, se suma la gran dispersión de las infraestructuras y de los servicios asistenciales en el entorno rural, circunstancia que provoca que el cuidado de las personas dependientes se gestione mayoritariamente en el ámbito doméstico y familiar, condicionando, en muchos casos, la emancipación residencial y las trayectorias laborales de las mujeres que habitan en las poblaciones rurales.
Despoblación y masculinización
Una de las principales causas de la masculinización es la creciente emigración de las mujeres a los núcleos urbanos; especialmente, la de aquellas pertenecientes a la generación soporte, estratégica para la sostenibilidad económica y social del mundo rural, por hallarse en edad activa, reproductiva y al cargo del cuidado de menores y mayores dependientes.
El censo de 2001 registraba que un 44,5% de las personas de la llamada “generación soporte” (de entre 30 y 49 años) que residían en áreas rurales españolas vivían en el mismo municipio en el que nacieron. En la última encuesta, realizada en 2008, el porcentaje ha bajado hasta el 38%.
La emigración femenina a las áreas metropolitanas se ve alentada por las oportunidades educativas y laborales que estas ofrecen, en comparación con las del entorno rural, que quedan reducidas para el sector femenino a un papel subsidiario e invisible en economías rurales de base familiar y de mercados de trabajo restringidos a escala local. A estas razones hay que sumar las deficiencias de servicios básicos sanitarios, educativos y de transporte que padecen muchos municipios rurales y que impiden la conciliación laboral y familiar.
Ello incide en las estructuras familiares de los municipios rurales. Las tasas de los hombres que viven solos y de los hombres no emancipados que aún viven con los padres llegan actualmente al 12% y al 30% respectivamente, duplicando las de las mujeres. Además, un 76,8% de las mujeres que habitan en estos municipios convive con la pareja, y un 70% tiene hijos, mientras que solo el 51,6% de los hombres vive en pareja y únicamente el 45,4% tiene descendencia.