El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha dictado una providencia para que determinadas instituciones identifiquen a los desaparecidos y enterrados en fosas comunes durante el franquismo. La medida tiene por objetivo recabar la documentación precisa para para decidir si admite a trámite las solicitudes presentadas por 13 asociaciones para la recuperación de la memoria histórica y esclarecer el paradero de miles de desaparecidos.
Las entidades instadas inicialmente por Garzón incluyen desde los ministerios de Justicia y Cultura hasta los ayuntamientos de Granada, Córdoba, Sevilla y Madrid o la Conferencia Episcopal. En caso de que la actuación del juez avance, es probable que su requerimiento se extienda a otras instituciones del resto de España.
En el caso de La Rioja, el censo de muertos de forma violenta por el franquismo es bastante preciso gracias a diferentes trabajos de investigación realizados al respecto. De entre ellos destaca el libro 'Aquí nunca pasó nada', elaborado por Jesús Vicente Aguirre, en que cual ha logrado contabilizar hasta 2.000 riojanos asesinados por el régimen de Franco entre 1936 y 1941.
El estudio de Aguirre, fruto de más de una exhaustiva labor de documentación durante un lustro y del contacto directo con las familias de los represaliados, concreta incluso la cifra de muertos año a año. Según estas fuentes, el 95% de los fallecimientos se registró el año que estalló la Guerra Civil. Desde entonces hasta 1941, los muertos se sucedieron aunque en un número más reducido. El propio autor apunta datos como, por ejemplo, que 50 cayeron fusilados, 10 perecieron en hospitales, 16 en la cárcel y 11 en campos de concentración (dos de ellos en Miranda y nueve en Alemania).
La cifra supone prácticamente el 1% de la población riojana en aquella época, y es similar al porcentaje registrado en comunidades como Navarra. Como ratio orientativo, en Zaragoza se superó el 1,12%, en Soria rondó el 0,18% y en Burgos llegó - «por lo menos, porque en muchos sitios no se ha hecho un trabajo profundo- al 0,30%.
Por áreas, Aguirre indica en su libro que la mayor parte de las muertes se concentraron en el entorno de Logroño y Lardero. En el caso de la capital la cifra llega a 400 fusilados en el cementerio, el conocido como Huerto de Las Bolas, Las Norias, Varea, la carretera de Pamplona, La Grajera, el Arco de Navarrete y Viguera. El otro gran bloque (407) se concentra en el cementerio de La Barranca. Del resto, muchos se reparten en puntos como La Pedraja, el carrascal de Grávalos, las cuestas de la Gata y la Castellana y Peralta. Los demás, según estas fuentes, se reparten por fosas comunes diseminadas por toda la región que rondan entre 80 y 100.
Las entidades instadas inicialmente por Garzón incluyen desde los ministerios de Justicia y Cultura hasta los ayuntamientos de Granada, Córdoba, Sevilla y Madrid o la Conferencia Episcopal. En caso de que la actuación del juez avance, es probable que su requerimiento se extienda a otras instituciones del resto de España.
En el caso de La Rioja, el censo de muertos de forma violenta por el franquismo es bastante preciso gracias a diferentes trabajos de investigación realizados al respecto. De entre ellos destaca el libro 'Aquí nunca pasó nada', elaborado por Jesús Vicente Aguirre, en que cual ha logrado contabilizar hasta 2.000 riojanos asesinados por el régimen de Franco entre 1936 y 1941.
El estudio de Aguirre, fruto de más de una exhaustiva labor de documentación durante un lustro y del contacto directo con las familias de los represaliados, concreta incluso la cifra de muertos año a año. Según estas fuentes, el 95% de los fallecimientos se registró el año que estalló la Guerra Civil. Desde entonces hasta 1941, los muertos se sucedieron aunque en un número más reducido. El propio autor apunta datos como, por ejemplo, que 50 cayeron fusilados, 10 perecieron en hospitales, 16 en la cárcel y 11 en campos de concentración (dos de ellos en Miranda y nueve en Alemania).
La cifra supone prácticamente el 1% de la población riojana en aquella época, y es similar al porcentaje registrado en comunidades como Navarra. Como ratio orientativo, en Zaragoza se superó el 1,12%, en Soria rondó el 0,18% y en Burgos llegó - «por lo menos, porque en muchos sitios no se ha hecho un trabajo profundo- al 0,30%.
Por áreas, Aguirre indica en su libro que la mayor parte de las muertes se concentraron en el entorno de Logroño y Lardero. En el caso de la capital la cifra llega a 400 fusilados en el cementerio, el conocido como Huerto de Las Bolas, Las Norias, Varea, la carretera de Pamplona, La Grajera, el Arco de Navarrete y Viguera. El otro gran bloque (407) se concentra en el cementerio de La Barranca. Del resto, muchos se reparten en puntos como La Pedraja, el carrascal de Grávalos, las cuestas de la Gata y la Castellana y Peralta. Los demás, según estas fuentes, se reparten por fosas comunes diseminadas por toda la región que rondan entre 80 y 100.
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