Los detalles son los que, al fin y al cabo, ambientan las épocas del año. Nadie lanza un cohete avisando de que llega la Navidad, pero cuando se acercan estas fechas hay elementos que no fallan nunca: las luces, los adornos, los villancicos y, por supuesto, los dulces. Entre ellos los riojanos pueden presumir de tener uno propio: el mazapán de Soto. En esta localidad desde 1870, y gracias a la receta traída por sor Purificación Redondo Tejada a su hermano Juan de Dios comenzó a fabricarlos en la pastelería que regentaba.
Desde entonces las cosas han cambiado sobremanera: de cuatro empresas de mazapanes ya no queda en Soto mas que la Viuda de Manuel Redondo y la producción del dulce se ha pluralizado. «Digamos que está un poco 'prostituido'», reconoceJesús Manuel Redondo, gestor de la Viuda de Manuel Redondo, «cualquiera hace mazapanes y pone que son de Soto, pero simplemente se refieren al tipo, porque no tienen nada que ver con el pueblo, ni la tradición».
Además, el aumento de variedades de dulces navideños también les está afectando: la presente campaña está siendo discreta a nivel de ventas. «Nosotros trabajamos sobre pedido, con tiendas especializadas en productos de calidad y pequeños establecimientos, pero estamos notando un descenso en la demanda», explica Jesús. Y es que en su opinión «la crisis económica afecta a todos los ámbitos».
Aun así los profesionales soteños no pierden la esencia que les ha hecho perdurar en el tiempo: ingredientes de calidad (azúcar, almendra y agua), un grado de humedad superior al de otros lugares como Toledo, una mezcla del azúcar y la almendra con jarabe y un sistema de cocción único (el horno de leña de roble).
Para conseguir ese sabor especial su elaboración requiere tres días. En el primero se pelan las almendras, se trituran y se hace la masa con el azúcar. Al día siguiente se moldea y se cuece. Para el final queda el empaquetado. El resto ya se conoce... Buen provecho.
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