Los diccionarios envejecen", dice el académico Manuel Seco. Se impone la constante revisión.
Durante 31 años, nadie se atrevió a tocar el 'María Moliner', pese a algunas carencias
Pero lo cierto es que, dado el impacto enorme del María Moliner durante 31 años, y pese a algunas carencias, nadie se había atrevido a tocarlo. María Moliner -nacida en 1900 en Paniza (Zaragoza) y fallecida en Madrid en 1981-, aquella dama aragonesa, esposa de catedrático y madre de cuatro hijos, que recopiló minuciosamente, durante quince largos años, las fichas con cada palabra, cada definición precisa, había dejado ya, antes de morir, instrucciones para la revisión del texto.
Ella misma era consciente de que su rechazo a incluir palabras "malsonantes" (casi todas relacionadas con el sexo) era insostenible. Había que introducir cambios urgentes. Y así surgió la segunda edición. Que en nueve años quedó superada. "Todos los diccionarios envejecen", dice el académico Manuel Seco, que dirige el Diccionario del español actual y prologa la nueva obra.
La única forma de que sigan vivos es someterlos a una constante revisión. Y, como dice el también académico José Antonio Pascual, "cambiar su carrocería". Había que tomar nota del auge de Internet, por ejemplo, que ha puesto términos como blog, buffer, chat o dominio en boca de todos. Y de la realidad política del país, incluyendo lendakari, batzoki o batasuno junto a aberri eguna y diada. Para acomodarlos ha llegado esta tercera edición. Una revisión que toma nota de los usos verbales de una sociedad más hedonista conocedora del chill out, la aromaterapia y el shiatsu.
¿Cómo dejar fuera al okupa? ¿Cómo excluir la Opa, el acoso laboral o mobbing, la masa salarial y el euríbor de nuestros tormentos? De ninguna manera. Sumando términos, la nueva edición llega casi a los 100.000. Eso sin incluir las nuevas acepciones. Un inventario del idioma que hablamos. "Que refleja una sociedad más aburguesada", dice Joaquín Dacosta, el lexicógrafo que ha dirigido el equipo que ha realizado la revisión. Y también más políticamente correcta, que ha puesto en circulación el eufemístico término "islamista", recién incluido en el diccionario, junto a algunas voces de argot. Las justas. "La gente se equivoca cuando piensa que un diccionario tiene que incluir la ultimísima palabra", dice Seco. Se necesita un tiempo de rodaje antes de aceptar una nueva voz. A cambio, una vez admitida oficialmente, no hay modernización que la pueda expulsar.
A LA HORA DE ACEPTAR nuevos términos, el María Moliner sigue también la pauta de la Real Academia Española, pero con mayor libertad. Entre las novedades no sólo hay que señalar las voces que se incluyen, sino las nuevas acepciones. He aquí algunos ejemplos.
Acogida. Acción de acoger. Particularmente a una persona con pocos recursos económicos o en situación irregular, siguiendo las formalidades administrativas correspondientes. "Tiene a un niño saharaui en acogida. Centro de acogida para inmigrantes".
Matrimonio. Unión de una pareja humana legalizada con las ceremonias y formalidades civiles o religiosas establecidas para constituir una familia.
Farlopa. Cocaína.
Buffer. Memoria temporal que actúa cuando se transfieren datos entre dispositivos o programas que operan a diferente velocidad.
Blog (inglés). Aféresis de weblog. De web
y logbook. Cuaderno de bitácora. Sitio web o parte de él actualizado permanentemente donde se recopilan por orden cronológico escritos personales de uno o varios autores sobre temas de su interés, y en el que se recogen también los comentarios enviados por sus lectores.
Chill out. Zona de una discoteca en la que puede escucharse música tranquila. 2. Estilo de música de sonido sintético y carácter relajante, apropiada como música ambiental.
Durante 31 años, nadie se atrevió a tocar el 'María Moliner', pese a algunas carencias
Pero lo cierto es que, dado el impacto enorme del María Moliner durante 31 años, y pese a algunas carencias, nadie se había atrevido a tocarlo. María Moliner -nacida en 1900 en Paniza (Zaragoza) y fallecida en Madrid en 1981-, aquella dama aragonesa, esposa de catedrático y madre de cuatro hijos, que recopiló minuciosamente, durante quince largos años, las fichas con cada palabra, cada definición precisa, había dejado ya, antes de morir, instrucciones para la revisión del texto.
Ella misma era consciente de que su rechazo a incluir palabras "malsonantes" (casi todas relacionadas con el sexo) era insostenible. Había que introducir cambios urgentes. Y así surgió la segunda edición. Que en nueve años quedó superada. "Todos los diccionarios envejecen", dice el académico Manuel Seco, que dirige el Diccionario del español actual y prologa la nueva obra.
La única forma de que sigan vivos es someterlos a una constante revisión. Y, como dice el también académico José Antonio Pascual, "cambiar su carrocería". Había que tomar nota del auge de Internet, por ejemplo, que ha puesto términos como blog, buffer, chat o dominio en boca de todos. Y de la realidad política del país, incluyendo lendakari, batzoki o batasuno junto a aberri eguna y diada. Para acomodarlos ha llegado esta tercera edición. Una revisión que toma nota de los usos verbales de una sociedad más hedonista conocedora del chill out, la aromaterapia y el shiatsu.
¿Cómo dejar fuera al okupa? ¿Cómo excluir la Opa, el acoso laboral o mobbing, la masa salarial y el euríbor de nuestros tormentos? De ninguna manera. Sumando términos, la nueva edición llega casi a los 100.000. Eso sin incluir las nuevas acepciones. Un inventario del idioma que hablamos. "Que refleja una sociedad más aburguesada", dice Joaquín Dacosta, el lexicógrafo que ha dirigido el equipo que ha realizado la revisión. Y también más políticamente correcta, que ha puesto en circulación el eufemístico término "islamista", recién incluido en el diccionario, junto a algunas voces de argot. Las justas. "La gente se equivoca cuando piensa que un diccionario tiene que incluir la ultimísima palabra", dice Seco. Se necesita un tiempo de rodaje antes de aceptar una nueva voz. A cambio, una vez admitida oficialmente, no hay modernización que la pueda expulsar.
A LA HORA DE ACEPTAR nuevos términos, el María Moliner sigue también la pauta de la Real Academia Española, pero con mayor libertad. Entre las novedades no sólo hay que señalar las voces que se incluyen, sino las nuevas acepciones. He aquí algunos ejemplos.
Acogida. Acción de acoger. Particularmente a una persona con pocos recursos económicos o en situación irregular, siguiendo las formalidades administrativas correspondientes. "Tiene a un niño saharaui en acogida. Centro de acogida para inmigrantes".
Matrimonio. Unión de una pareja humana legalizada con las ceremonias y formalidades civiles o religiosas establecidas para constituir una familia.
Farlopa. Cocaína.
Buffer. Memoria temporal que actúa cuando se transfieren datos entre dispositivos o programas que operan a diferente velocidad.
Blog (inglés). Aféresis de weblog. De web
y logbook. Cuaderno de bitácora. Sitio web o parte de él actualizado permanentemente donde se recopilan por orden cronológico escritos personales de uno o varios autores sobre temas de su interés, y en el que se recogen también los comentarios enviados por sus lectores.
Chill out. Zona de una discoteca en la que puede escucharse música tranquila. 2. Estilo de música de sonido sintético y carácter relajante, apropiada como música ambiental.
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